Era un día de primavera, maravilloso, todo estaba muy verde. Fuimos al campo a una casita que tenemos allí,llamada “ El Campito” que está situada en un lugar privilegiado de la zona porque está muy llano. Vinieron mis hijos y nietos, tengo dos hijos y cada uno tiene un hijo y una hija. Es decir, fuimos la familia casi al completo.
Entramos en la casa para hacer la comida y los niños que eran cuatro, se fueron a la calle a jugar. Hicieron una tienda de campaña con unos toldos que teníamos de coger las aceitunas, se metieron todos dentro y cuando más tranquilos estábamos escuchamos gritos, salimos corriendo y vimos que a mi nieto Rafael al salir de la tienda de campaña, su primo sin querer le dio en la cabeza con una machota. Le hizo mucho daño. Que miedo pasamos todos, ¡ madre mía!. Le corría la sangre por toda la cara. Mi hija que tenía el coche allí lo cogió corriendo y lo llevó al pueblo que está a 7 km , al centro de salud donde le pusieron siete puntos. Fue un día muy amargo, el día de campo se fastidió.
Bueno ahora este nieto ya tiene 21 años, os podéis imaginar todas las anécdotas que me han pasado con este niño. Este es el más pequeño de mis nietos. En la actualidad es marino, está embarcado en El Cano para dar la vuelta al mundo. Aunque está muy contento, nosotros sus abuelos y los padres estamos preocupados, ya que está muy lejos.
Ahora os contaré algo de mi nieta la mayor, que por cierto tiene un nombre muy bonito; Margarita. Esta niña es un encanto, cariñosa, le gusta mucho hacer trabajos manuales. Cuando era pequeña lo que mejor recuerdo de ella es que no quería comer, estaba muy delgadita, además padecía de los bronquios. Siempre estaba tomando medicamentos y de camino al médico. Nosotros sus abuelos, la llevábamos al campo para que le entraran ganas de comer y respirara el aire puro, ni aún así mejoraba.
Bueno no quiero ser muy pesada, pero a mis cuatro nietos los quiero un montón, a ellos también les gusta como soy, una abuela moderna que le cuenta historias de cuando eramos jóvenes. Las historias y anécdotas que me han pasado a lo largo de mi vida las podría escribir, no en cuatro folios, sino en un libro completo.
La historia que más les gusta escuchar es cuando le cuento lo siguiente:
Recién casada me fui a Brasil por los años 60, allí que le voy a contar, un mundo nuevo para nosotros, una vida totalmente diferente a la nuestra. Acordándonos de nuestra familia y de nuestro querido pueblo que se llama Algodonales y esta situado en la sierra de Cádiz. Cuando estaba allí y escuchaba a Juanito Valderrama cantar “Adiós mi España querida....” no quiero contarles lo que a mi me entraba por el cuerpo. Me recorría un escalofrío indescriptible desde la punta de los pies hasta mi cabeza. Bueno...., por cierto mi hijo, nació allí, se llama Rafael, al igual que su hijo. Mi hija, la mayor tenía nueve meses cuando íbamos en el barco de camino a ese país tan desconocido. El barco, que ya no existe se llamaba San Vicente y tardo doce días en llegar al puerto. Esta historia o parecida la pasaron por aquellos tiempos muchas familias.
Así como iba diciéndoles, los nietos se quedan muy atentos y sorprendidos de todo lo que les cuento a lo largo de los años que pasamos allí. También les gusta mucho escuchar cuando les cuento otras vivencias en otros países, ya que al volver a nuestra querida tierra después de seis años nos fuimos a Bélgica. Por circunstancias de la vida hemos emigrado mucho, buscando nuestro pan de cada día.
Mi nieta Margarita, de la que ya os he hablado antes, ya es toda una mujer de la cual estamos muy orgullosos tanto sus padres, como sus abuelos. Terminó la carrera de Restauradora y ahora se marcha a Francia para aprender la lengua. Por cierto cuando yo estaba en Bélgica aprendí algo de francés, de lo cual ya se muy poco porque se me ha olvidado.
Ahora, a mi edad que son 73 años los que tengo, quiero aprender un poco de informática, me esta costando la vida. También necesito manejar el móvil, esto ya lo estoy comprendiendo poco a poco. Que pena que fuera mas joven, al igual que mis nietos aprendería más fácil todo lo relacionado con las nuevas tecnologías. Al igual que yo estoy orgullosa de mis nietos, a ellos les gustan las metas que me propongo. Nuestra profesora que es un encanto, nos ayuda y tiene tanta paciencia con nosotros.
Tengo otra nieta que se llama Elena, ésta en hablar se parece a mi, no para. Es cariñosa, estudiosa, trabajadora. Terminó su carrera y trabaja en Málaga. Málaga es una ciudad bella y maravillosa. A esta niña le gusta cantar, se parece a su bisabuela Lola, que era mi madre, que también cantaba. A Elena le gusta la música, hace unos años gravó un disco. Es viva, nerviosa, guapa por donde quiera que va, la quieren y se da a querer. Cuando era pequeña estuvo unos días en mi casa porque los padres se fueron de viaje. Elena me decía:
- ¡Abuela!, cántame un nana.
Yo en aquel tiempo también sabia cantar algo y le cantaba la nana:
“Esta niña pequeñita no tiene cuna,
su papa es carpintero le va a hacer una”
La verdad es que su padre era carpintero y su abuelo Diogenes también.
Mi otro nieto, se llama Daniel, era precioso cuando era un bebé, y lo sigue siendo. Es nervioso, pero anduvo antes que ninguno y habló más pronto que su hermana y sus primos. El día de Reyes era para verlo, decía:
-¡Mamá, papá he visto el rey negro en el camello!
Tengo una chimenea en casa y delante le poníamos los juguetes, no quería ni abrirlos de nervioso que se ponía. Cuando los abría, ponía una cara tan triste... y decía:
-¡Esto no es lo que yo quería!- y se le iba la noche llorando. Ya es mayor tiene 24 años, esta siempre atento a nosotros y orgulloso de lo que hemos luchado en la vida y el valor que tuvimos de irnos al extranjero a la aventura.
A las personas que lean estas líneas que con cariño les he escrito quiero decirles que, lo más importante en la vida es luchar por lo que tenemos y ser felices con la familia, sobre todo con los nietos.
Todos mis nietos gozan buena salud, estamos jubilados, tenemos nuestra casa, una casita en el campo ganada con nuestro trabajo, que mas podemos desear. Así que seguimos en el pueblo y si quieren conocerme aquí os espero.
Con cariño, Antonia Pérez Jiménez.
“Esta niña pequeñita no tiene cuna,
su papa es carpintero le va a hacer una”
La verdad es que su padre era carpintero y su abuelo Diogenes también.
Mi otro nieto, se llama Daniel, era precioso cuando era un bebé, y lo sigue siendo. Es nervioso, pero anduvo antes que ninguno y habló más pronto que su hermana y sus primos. El día de Reyes era para verlo, decía:
-¡Mamá, papá he visto el rey negro en el camello!
Tengo una chimenea en casa y delante le poníamos los juguetes, no quería ni abrirlos de nervioso que se ponía. Cuando los abría, ponía una cara tan triste... y decía:
-¡Esto no es lo que yo quería!- y se le iba la noche llorando. Ya es mayor tiene 24 años, esta siempre atento a nosotros y orgulloso de lo que hemos luchado en la vida y el valor que tuvimos de irnos al extranjero a la aventura.
A las personas que lean estas líneas que con cariño les he escrito quiero decirles que, lo más importante en la vida es luchar por lo que tenemos y ser felices con la familia, sobre todo con los nietos.
Todos mis nietos gozan buena salud, estamos jubilados, tenemos nuestra casa, una casita en el campo ganada con nuestro trabajo, que mas podemos desear. Así que seguimos en el pueblo y si quieren conocerme aquí os espero.
Con cariño, Antonia Pérez Jiménez.
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